¿Sabías que en Cuba, desde hace medio siglo, los productos básicos y alimenticios están racionados? En una isla como es el país, naturalmente rodeada de agua salada por sus cuatro costados, la sal está racionada, y a menudo desaparece del mercado. En un país que llegó a ser el mayor productor de azúcar del mundo, ese producto básico también está racionado, y a menudo desaparece del mercado. Los escasos productos normados por la cartilla de racionamiento (eufemísticamente llamada “libreta de abastecimiento” por el gobierno) apenas alcanzan para los primeros siete o diez días del mes, e incluyen frijoles, arroz, huevos, una exigua cantidad de aceite vegetal y algunos otros pocos productos. El resto del mes, el cubano promedio debe “zapatear” las calles en busca de los víveres, la mayoría de ellos en dólares o a precios inaccesibles, que le permitan sobrevivir hasta la próxima entrega de la cartilla. Esta prevé la entrega de un jabón de baño y un tubo de pasta dental cada tres meses.
El salario promedio de un cubano, en moneda convertible, es de entre 10 y 15 dólares. Y sólo un kilo de pollo, en una tienda en dólares, cuesta entre 3 y 4 de los billetes verdes. Como dicen los residentes de la hermosa y empobrecida isla, “la cuenta no da”.
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