No hay contradicción alguna entre la libertad y el desarrollo. Mientras más libre es una sociedad más prosperidad será capaz de alcanzar, siempre que la inmensa mayoría de las personas se sometan voluntaria y responsablemente al imperio de la ley. Los taiwaneses, de manera creciente, han ido adquiriendo el control de sus vidas mediante el ejercicio de la libertad y eso ha repercutido muy favorablemente en la calidad de la convivencia nacional.
En definitiva, ésa es la gran lección taiwanesa para los cubanos. La libertad es posible. La libertad es conveniente. La libertad no es un lujo. Algo que acaso intuyeron los mambises en el siglo XIX cuando adoptaron como grito de batalla un bello deseo: ¡Viva Cuba Libre!
Carlos Alberto Montaner
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